Una maqueta del túmulo I de la necrópolis de “Las Cumbres” es la pieza del mes del Museo Municipal
El teniente de alcalde de Patrimonio Histórico, David Calleja, ha presentado la pieza del mes del Museo Municipal, una maqueta del túmulo I de la necrópolis de “Las cumbres”, sita en el yacimiento fenicio de doña Blanca. Calleja estuvo acompañado por el director del Museo Municipal, Miguel Ángel Caballero y el arqueólogo municipal Alfonso Pando.
Calleja enfatizó que la pieza se enmarca en el ciclo “Vivir la muerte”, que la concejalía desarrolla en el presente mes de los Difuntos. El edil recordó la interpretación de Balbo de fragmentos de “El burlador de Sevilla”, de Tirso de Molina, dentro del referido ciclo y detalló que la pieza “se centra en un tema muy interesante como es la especial preocupación que se ha tenido en la historia de la humanidad sobre cómo hacer descansar los restos de nuestros difuntos, reproduciendo, además, un espacio natural de El Puerto”. “Intentamos fusionar una pieza clave por su valor histórico con su vinculación con la ciudad”, concluyó el edil, agradeciendo el trabajo que se desarrolla desde el área.
Por su parte Miguel Ángel Caballero, director del Museo Municipal, invito al público a visitar una pieza “con solera, clásica dentro de la sala del Museo, que para nosotros tiene mucho valor, pues representa una parte del yacimiento de doña Blanca y constituye un elemento de gran importancia museística por su efecto divulgativo y educador”.
El arqueólogo municipal Alfonso Pando afirmó que la maqueta “nos aproxima a uno de los cultos funerarios de las civilizaciones del pasado, como sería el de la incineración”. “Esta emblemática pieza nos muestra, a una escala perceptible para cualquier visitante del museo, un conjunto funerario denominado como de tipo colectivo-tumular que fue excavado entre 1984 y 1985 por un equipo de arqueólogos dirigido por Diego Ruiz Mata”, explicó el arqueólogo, quien detalló que “organizado en torno a una estructura rectangular denominada “ustrinum” (pira crematoria), en su interior serían hallados un total de 63 enterramientos realizados mediante el rito de la incineración”. Pando Molina dijo que los restos de los fallecidos, tras su cremación, “se introducían dentro de unas urnas que, junto a sus ajuares, se depositaban en el interior del túmulo”.
“La singularidad e importancia para el conocimiento histórico-arqueológico que ofrece este túmulo I de esta necrópolis, en uso durante el siglo VIII a.C., radicaría en la posibilidad de que, a tan temprana cronología, haya una relación directa entre los colonizadores fenicios que alcanzaban las costas de la Bahía de Cádiz y las poblaciones indígenas que habitaban este territorio, pertenecientes en sus costumbres a la conocida como `Cultura Tartésica´, concluyó Pando.