La asignación de nombres y números a las calles y casas de las ciudades es un hecho relativamente reciente en nuestra historia ya que tradicionalmente, eran conocidas por la existencia en ellas de hitos relevantes: de la iglesia, de la zarza, del mercado…etc.

Durante el reinado de Isabel II se promulgaron varias Reales Ordenes para regular estos asuntos siendo relevante por la claridad de sus instrucciones, la publicada por el ministro de la Gobernación, (J. Posada Herrera) en 1860. La obligatoriedad de colocar lápidas con los nombres se asignaba a los ayuntamientos, recomendándose a sus propietarios que se conservasen los nombres tradicionales y los números de las casas.

Se dieron instrucciones para tener uniformidad en la nomenclatura y así, inicialmente, se colocaron los nombres sobre azulejos blancos y letras en azul o negro, de los que quedan algunas muestras en nuestra ciudad.

El rótulo que aquí se presenta, en hierro de fundición, es de mayor tamaño que los anteriores ya que los de cerámica solo eran legibles desde muy corta distancia. Estos rótulos de hierro fueron sustituyéndose por otros formados por plaquetas de cerámica, en los que cada azulejo tenía una sola letra. Este criterio se ha mantenido en el conjunto histórico, mientras que en el exterior, se han colocado placas metálicas azules con el nombre y el escudo de la ciudad.

Este rótulo hace referencia a un "contador" que hubo en la ciudad, dándosele el nombre de: "Calle del CONTADOR D. MARTÍN DURANGO", pues probablemente tuvo su residencia en ella. Anteriormente fue conocida la calle como "Santa Lucía la Angosta" y finalmente quedó como "Calle DURANGO". Hubo también una huerta lindando con la calle que se conoció como "HUERTA DURANGO" y, posteriormente, sobre ella se edificó un conjunto de viviendas conocido como "GRUPO DURANGO".

José Luis Martín Ruiz. Geógrafo Municipal.

Ayuntamiento de El Puerto de Santa María