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El Puerto de Santa María

El Jardín Botánico de la Victoria
(Hotel Duques de Medinaceli *****)

El Jardín Botánico de la Victoria<br>(Hotel Duques de Medinaceli *****)
09/09/2003 #Historia y Monumentos
Es éste un jardín recoleto, silencioso, un jardín para la lectura bajo sus árboles centenarios. Un jardín que nos lleva a las declaraciones de amor de la burguesía de finales de siglo XIX, cuando el tiempo pausado de las gentes pudientes permitían mil y un juegos florales con el idioma y con el aroma de los jazmines. El Hotel Duques de Medinaceli ha conseguido crear el ambiente decimonónico de los hoteles aristocráticos en una Casa-Palacio andaluza, (la Quinta de los Ruiz-Golluri, que posteriormente pasó a ser propiedad de los Terry, accionista mayoritaria hasta hace unos años de la firma productora de Vinos Finos y Brandys Fernando A. De Terry, bodegas que se pueden contemplar a través de los setos, al otro lado de los jardines) donde el patio, las fuentes, la vegetación y la luz son los ingredientes básicos para un confort que va más allá del lujo, encaja en la exquisitez y tiene como nota fundamental lo que era calidad de vida en aquella época y hoy un verdadero privilegio: el silencio, la intimidad, los aromas frutales, la embriaguez de la dama de noche y la alegría visual de la jacaranda. Todo ello en el centro de una ciudad histórica que no ha perdido su identidad, El Puerto de Santa María.
Jardin
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Al entrar al hotel por este Jardín Botánico de la Victoria, llamado así por el nombre de estas antiguas fincas frente al Monasterio de la Victoria, se encuentra con la primera placita que está coronada por un magnífico cedro rodeado de adelfas y jazmines olorosos. Por este jardín sevillano-francés, semejante al Parque Maria Luisa de Sevilla, recorren numerosos senderos que conducen a fuentes, estanques y bancos alrededor de los árboles centenarios.
Jardin2
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Entre sus más de 5.000 metros de la arboleda destacan: la araucaria excelsa, con más de 150 savias (años), las acacias robinias, ya señoras mayores de igual edad, y una de ellas partida en su día por un rayo que revitalizó todas sus ramas, el paraíso o melia, con cerca de 100 años, la palmera datilera, que como en las Mil y una Noches, se pierde en el cielo estrellado de agosto, los múltiples magnolios grandiflora y las jacarandas que son un espectáculo visual de la primavera, vestidas de morado, y que cubren el albero. Jacarandas y palo santo que son las mejores maderas para los instrumentos de cuerda, siendo la jacaranda la preferida para la construcción de la guitarra flamenca. Destaca en el jardín una cica revoluta macho, una especie de helecho con forma de palmera y un fruto enorme en su centro, vestigio de su antiquísima procedencia desde el Jurásico y símbolo de su alta toxicidad, defendida por las pinchudas hojas. Una variedad de hibiscum, la altea, que es un arbusto caducifolio, se enseñorea entre uno de los bancos con un color extraño de rosa desvaído y una flor compuesta. El palo borracho, de flores bellísimas y curioso tronco con ronchas y espinas se cubre de magníficas flores en primavera. El jazmín celeste y el jazmín moruno deleitan con su sencillez y su aroma penetrante las noches del verano y acompañan a los amantes en su viaje por las estrellas de este magnífico hotel.
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Jardin4
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