La Carabela La Niña
La actual réplica de la Carabela "La Niña" es fruto del trabajo de un equipo de artesanos y estudiantes bajo la iniciativa del Profesor de la Escuela de Náutica de Cádiz Luis M. Coín Cuenca...
Son numerosos los trabajos que sobre el Descubrimiento de América se han realizado desde el año 1.492. En todos ellos aparecen nombres de personas y ciudades que todos conocemos o de los que hemos oido hablar alguna vez, Cristobal Colón, Juan de la Cosa, Palos de la Frontera, La Rábida, El Puerto de Santa María.
Pero además de los esfuerzos que durante los siglos XV, XVI, y XVII se llevaran a cabo por los atrevidos hombres, con ansias de conocer el mundo y satisfacer su deseo de aventura (además de buscarse el sustento), hay que añadir a quienes tras la observación y estudio de estos siglos aún quedaron asombrados y maravillados, 500 años después, por lo que entonces sucedió.
De esta manera es en los últimos albores del siglo XX cuando el hombre, y especialmente el mundo hispano, vuelve la vista hacia atrás y comienza a valorar con mayor justicia todo aquello que sucedió, donde iban unidos el deseo de conocimiento, la capacidad de sacrificio y la busqueda de riquezas materiales y las no tan materiales. Es en este momento cuando aparece una segunda fase, el descubrimiento del Descubrimiento.
Son aventureros, acusados de románticos, que en algún caso llegan al extremo de reproducir la Carabela preferida del comandante de la famosa expedición de 1.492, "La Niña". Una nave de la que tan solo existen datos literarios, dibujos de marineros y recreaciones de ilustradores de libros de aquella época. Un tipo de nave de origen muy variado producto de la mezcla de conceptos de navegación fenicia, celta, árabe, castellana, etc... y que se enriqueció con la experienciade atravesar el que fuera Océano infranqueable.
Así fue, tal y como sucedió con El Puerto y la Bahía de Cádiz, una nave que a lo largo de de su historia ha navegado por las mundos fenicio, griego, romano, visigodo, árabe, castellano, americano, norteuropeo, etc... y en la cual todos ellos han aportado algo que la han convertido en una nave versátil y marinera que sin ser excesivamente grande en tamaño, esconde en su fondo la facilidad de llegar a todos y hacerlos sentir en casa.
La actual réplica de la Carabela "La Niña" es fruto del trabajo de un equipo de artesanos y estudiantes bajo la iniciativa del Profesor de la Escuela de Náutica de Cádiz Luis M. Coín Cuenca. Este investigador y aventurero nos recuerda en su libro "La Carabela La Niña de Cádiz y el primer viaje de Colón" que sólo existen como fuentes de información los dibujos de marineros de El Puerto de Santa María, párrafos de algunos documentos escritos y grabados de la época. A esto, unió lo obtenido de la observación de las fórmulas tradicionales de construcción de embarcaciones, que han llegado hasta nuestros días a través de los artesanos de la Costa Andaluza Occidental, y se construye definitivamente en la ciudad de Barbate.
Las proporciones de eslora (21 m.) y manga (5 m.) las extrajo de la capacidad de la bodega; la obra muerta, es decir la parte de la embarcación que no está sumergida, de dibujos y grabados; pero donde halló mayor dificultad fue en la obra viva, es decir, en la parte sumergida, para lo que únicamente contaba con algunos comentarios, y las técnicas heredadas que en algunos casos siguen vigentes.
Como conclusión de su estudio obtuvo una embarcación que si bién él mismo califica como reproducción no exacta, si está considerada como la que más se aproxima a las características de navegabilidad y maniobrabilidad de cuantas se han realizado hasta ahora.
Este aspecto era fundamental para llevar a cabo la fase principal del proyecto, realizar las travesías que hiciera el Almirante Cristóbal Colón desde 1.492 y así conocer sus rumbos y derrotas.
La configuración y diseño de Carabela la hacían ideal para la función descubridora; su bajo calado, que le permitía acercarse más a la costa que el resto de navíos; su mayor facilidad para navegar a bolina, es decir, para poder avanzar con un viento contrario, la convertía en la más apropiada para las condiciones climatológicas del océano. En definitiva, que además del espíritu aventurero y científico que caracterizó a las expediciones del Descubrimiento, éstas, para existir, precisaron como elemento fundamental la Carabela.
Sin embargo, no todo fueron facilidades para los navegantes. Su reducido tamaño, que la dotaba de gran maniobrabilidad, presentaba como contrapartida el reducido tamaño de su bodega, que los obligaba a ajustar al máximo la carga para cada travesía. Por otro lado, las maniobras de navegación exigían una gran pericia por parte de toda la tripulación, y, por último, las condiciones de habitabilidad no ofrecían demasiadas comodidades. Dormían en cubierta a veces cubiertos por lonas, y sus enseres y objetos personales se reducían a las prendas que vestían, ya que todo el espacio era reservado para víveres, piezas de recambio del navío, herramientas de navegación y herramientas para reparaciones.
Estas fueron las mismas condiciones que intentó reproducir, hasta el extremo de lo permitido, el Profesor Coín Cuenca en el verano de 1.990. Fruto de este trabajo nos ha quedado como legado, y entre otras obras, esta réplica de "La Niña", para poder emprender abordo de ella e impulsados por la imaginación nuestra Travesía hacia el Descubrimiento.
Al hablar del Descubrimiento de America hablamos de un acontecimiento que engloba multitud de aspectos. Por una parte el hecho científico en el que se constata la teoría de la tierra como esfera. Por otro lado el cambio que a partir de entonces acontece en el orden económico y político mundial. Y por último, el encuentro de mundos, nuevos entre sí, que hasta entonces no habían tenido contacto, o al menos de un modo muy evidente.
Estos tres aspectos se hacen más palpables en las ciudades que estuvieron directamente implicadas en este acontecimiento, como es el caso de El Puerto de Santa María.
Ya a principios del siglo XV El Puerto tenía un lugar reconocido en el circuito mercantil y naviero. Desde esta ciudad se fletaban naves que recorrían las rutas de las especies, la seda, etc.. Su infraestructura en astilleros, instituciones de comercio, y formación de marineros y navegantes, la situó por delante de la mayoría de ciudades portuarias.
Prueba de esto son algunos hechos anecdóticos, aunque no por ello menos significativos, que tienen como escenario esta localidad. Quizás entre los más importantes figura el que el cartógrafo Juan de la Cosa, vecino de la Ciudad y autor del primer mapamundi de la historia que incluía el continente americano, era propietario de la Nao Santa María que él mismo pilotara en la primera expedición de Cristóbal Colón. Pero, en realidad, el impacto más palpable es el patrimonio histórico, arquitectónico y humano que nos queda de aquellos siglos.
El ser base de la Capitanía General de la mar Océana implicó el estar constantemente al día de los devenires políticos internacionales, con lo que todos los acontecimientos históricos se hicieron notar de una forma muy directa en la evolución de la ciudad.
Su condición mercantilista, la configuró como residencia de comerciantes (Cargadores a Indias), que, al construir sus lujosas viviendas, conformaron un conjunto monumental jalonado de Casas-Palacios y diversos edificios civiles y religiosos de los que aún podemos disfrutar en su mayoría.
Y por último, y no por eso menos importante, el devenir de esta ciudad, acostumbrada a recibir viajeros procedentes de todos los rincones del mundo, y la variedad de orígenes de sus pobladores, la convirtió en un lugar, donde todos aquellos que se acercan, encuentran un poco de su propia historia.