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El Puerto de Santa María

El ayer del Corpus. Siglo XVII

Corpus Christi

El jueves fue el día del Corpus y hoy, domingo, lo estaríamos festejando con las calles engalanadas y altares en fachadas. Todo para recibir a una ordenada procesión del santísimo recorriendo las calles de El Puerto.

La imagen que actualmente tenemos del Corpus no siempre ha sido así. Como cualquier acontecimiento festivo ha evolucionado con el paso de los años y en ocasiones forzado a acometer cambios fundamentales.

El arzobispo de Sevilla, Juan Palafox Cardona, hizo la siguientes recomendaciones, al cura de la Prioral, para la celebración del Corpus Christi de 1705:

“No consintiese el que aya danzas sino fuere en esta forma que no inter vengan mujeres con hombres que lleven los rostros patentes (…) descubiertas las cabezas (…) y que no danzen mientras se celebran los divinos ofisios.”

El que se haga alusión a que deje de haber danzas de hombres y mujeres, como el uso de máscaras, delante del santísimo en el templo y cortejo procesional, nos indica que en el siglo XVII, al menos, hubo danzas muy variadas.

En las danzas que se dieron en El Puerto participaban todos los grupos sociales de la época. Estaban las llamadas de hombres y mujeres, grupos contratados en Jerez y Huelva; de gitanos y gitanas, denominadas de jaleo o sarao, encargadas a reconocidos “maestros/as”de danzas como Sebastián Hernández y Gerónima a quien el mayordomo le pagó por:

“dos ducados y medio en vellón y se le dan para pagar a los dos jitana y jitano que estuvieron tocando en su danza”

Las denominadas danzas de negros eran encargadas a maestro/as de raza negra “ A Margarita autora de ladanza de las negras (…) Mayo 9 de 1670.

La danza de los niños, los que denominaríamos como Seises, la hacían delante del santísimo. Las ropas estaban adornadas con flores de seda cardada, hilos y papeles multicolores, oropel y una gruesa de cascabeles, cosidos al vestido, que acompañaban la música y los pasos de la danza.

A estas danzas se sumaban las de gigantes y gigantas compuesta por ocho figuras y la de los bojigueros o diablillos que con unas vejigas henchidas golpeaban al público.

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